jueves, 20 de febrero de 2014

Violencia del acto analitico

Colette Soler menciona que hay diferentes violencias que se dan en el acto analítico.
La primera de ellas se da al comienzo del análisis cuando recibimos a un sujeto que padece de sus síntomas (son cosas que se le imponen, o si es una inhibición sufre porque quiere hacer cosas que no puede, o si se trata de una compulsión porque son cosas que hace pero que no quiere hacer y no puede evitar). A este sujeto lo recibimos con todo el dispositivo analítico y le devolvemos el mensaje implícito de que él es el responsable de todo esto.
Además le imponemos una regla de palabra que es casi imposible de cumplir y que se trata de decir palabras sin censuras conscientes. No se puede hablar sin censura. También invitamos al sujeto a decir cualquier cosa pero el paciente no puede decir cualquier cosa, vuelve siempre sobre los mismos surcos. Y el dispositivo funciona justamente porque le pedimos lo imposible. Esto es lo que nos permite acercarnos al inconsciente o al fantasma del paciente. Si efectivamente dijese cualquier cosa, no podríamos analizarlo.
El amor de transferencia disimula el hecho de que el analista no escucha lo que el sujeto quiere decir sino que intenta captar aquello que el mismo sujeto no sabe que dice. Hay un hiato entre la intención de la palabra del analizante y la intención de la interpretación. Esta es otra violencia del dispositivo analítico.
Hay más violencia todavía que tiene que ver con la función interpretativa. Ésta apunta a revelar el inconsciente o sus consecuencias. La primera es la castración (que es una limitación) y la segunda es la parte de pulsión indomable, es decir, una parte de exigencia de goce peculiar. Estas son dos cosas que nadie quiere saber ni aceptar. Lo obligamos a saber lo que no quiere.
Entonces ¿Por qué ejercemos esta violencia del acto analítico? Para obtener un efecto terapéutico (cambio a nivel de los síntomas) y para que el sujeto logre una identidad de separación. Esto ocurre al final del análisis y apunta a una identidad que no se defina por la vía de la identificación a los significantes, valores o ideales del otro del discurso.
 
Bibliografía:
  • Soler, C. (2004). Qué se espera del análisis y del psicoanalista. Psicoanálisis APdeBA. Vol. XXVI. N° 3. Páginas 779 - 786.

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